Así me siento cada vez que subo o bajo del asiento posterior de un taxi en Piura. Me es imposible no referirme a este artefacto. Desde hace un par de semanas el cinturón de seguridad es obligatorio en mi ciudad natal, Piura, en el norte del Perú. Desde ese mismo instante he padecido una incesante avalancha de incrustaciones en el poto, aquella parte donde la espalda pierde su casto nombre.
No sé ya cómo llamarlas o referirme a ellas, si mi queja atenta contra la legalidad (170 soles -60 dólares aproxiadamente- de multa si el conductor no tiene los cinturones puestos en el carro) y la seguridad, cediendo ante el histórico argumento de que eso pueda salvar mi vida...
Todavía recuerdo aquel cartel que dice "cuide su vida, use el cinturón de seguridad"... y no puedo dejar de pensar en mi dervirgado trasero...
Como yo, miles de piuranos que se atreven a subir a un taxi han sufrido desde entonces este tipo de agresiones.... ya sé que el roce hace el cariño, pero esto es ridículo...
¡Que alguna autoridad haga algo... o nos convertiremos en los traseros de pueblo más violentados del momento!.
Finalmente, me consuela aquella frase dicha por mi buen amigo Carlos: "Marica no es aquel que nunca ha probado, sino aquel que probó y no le gustó"... y a mí no me ha gustado...
3 comentarios:
¡Espero que a Carlos tampoco le haya gustado!
Con todo el respeto del mundo, me resulta muy irresponsable de tu parte este texto. Parece que te opusieras al desarrollo, al progreso. Mentalidad provinciana? Ademas no queda clara esa relacion entre tu "poto" y el cinturon de seguridad. What!!!?.
Por casualidad has leido esto: http://www.eltiempo.com.pe/Editorial/
Cuando te subas a un taxi (tico) en Piura, y un cinturón mal puesto se te incruste en el trasero lo entenderás todo. No se trata de oponerse al progreso, sino de asimilarlo de la mejor manera. Incluso hay cinturones que te manchan la ropa cuando te los colocas... eso es progreso? No, mi estimado anónimo, no.
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