viernes, mayo 13, 2005

Limamanía

Que si la visita de Magaly Medina, que si eres de la U o del Alianza, que si las firmas falsas... en fin... Un sin número de temas limeños que sólo vienen al cuento porque te los inoculan bajo la apariencia de que son temas que involucran a todo el Perú. Es decir, si no haces caso, eres un mal peruano. ¡Qué tal raza! Al final, terminas sabiendo más de Magaly que de tu vecina de al lado a la que pueden haberle amputado las piernas y tú ni caso.

Hace mucho tiempo que un sociólogo austriaco, Paul Lazarsfeld, denominó a este fenómeno disfunción narcotizante pero, como necesito comunicarme contigo que 'vives en lima', a este mismo hecho le voy a denominar Limamanía, para que te sientas identificado.

Mientras en Piura transitas por trochas carrozables como la 'avenida' Irazola y caminas con toda tu familia por veredas por las que no entra ni un bebé de pie, los limeños ya se van por su tercera megaobra para tener un transporte público más ordenado. Pero con tal de que los últimos adelantos estén en Lima, no hay problema... ya llegaremos para disfrutar de ellos, luego de un viaje de 14 horas o más dependiendo si viajas en compañías serias o en destartaladas. Como está 'tan cerca' de tu corazón, de tu pensamiento, de tu alma, el sueño limeño hace que desarrolles una capacidad glúteo-cerebral impresionante. Catorce horas metido en un autobús y sales de ahí medio mal oliente, pegajoso y con un gorro estilo cardenal tejido con tu propio pelo, luego de estar recostado en la cabecera de esos transportes.

Con todo esto por montera no resulta extraña la peregrina idea de que Luis Castañeda Lossio, Alcalde de Lima vaya favorito en las encuestas para ser nada más y nada menos que PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DEL PERÚ. Me pregunto por qué no estará entre las preferencias nuestro estimado alcande Eduardo Cáceres Chocano.

Por cierto, ahora que recuerdo, en toda mi vida he pisado tan sólo un avión y medio de Lan pero me siento afectado por un vídeo que habla mal del Perú (o sea, de Lima) y participo del cargamontón nacional... ¡todo porque ocurrió en Lima! ¡Caray!!! como si los piuranos no tuviéramos problemas más urgentes que resolver.

Esta Limamanía termina sirviendo a nuestros políticos locales, quienes por cierto, viven más en Lima que aquí porque, para existir en este país... adivina... ¡hay que estar en Lima! ¡Viva Valdelomar!.

jueves, mayo 12, 2005

Recuerditos de Piura

Hace dos años y un día que vivo sin él. Hace dos años y un día que no lo he vuelto a ver. Un día encontré un polo de Piura horrible, pintado artesanalmente y con un trazo mediocre. Daba lo mismo llevarlo al revés que al derecho.

Estaba dispuesto a seguir mi marcha sin detenerme a mirarlo más cuando, recordé que, hace dos años, mi amiga Melisa me pidió un polo de Piura, así que decidí comprarlo para enviárselo. Ya en casa, volviéndolo a mirar, reparé nuevamente en lo horrendo de sus formas así que, di marcha atrás, y preferí deshacerme de él regalándolo al primer mendigo que tocó mi puerta.

Cerré la entrada de mi casa al pordiosero y ya sólo, en mi habitación, me convencí con el argumento de ¡qué absurdo llevar en el pecho un polo con el nombre de mi ciudad! Ridiculizando la oferta en mi cabeza, elegí no volver a pensar en ello nunca más.

El tiempo pasó y le dio la razón al comerciante aquél, que vio en ese polo a medio manchar, una suerte de negocio: Lo cierto es que de Piura sólo se publicitan sus playas y no hay ningún souvenir que hable de otro tema que no sea Catacaos o Máncora. Eso demuestra una vez más lo poco ciudada que tenemos nuestra autoestima local. Además, también habla de la escasa imaginación piurana para desarrollar un producto sencillo, que nos represente y que no sea ni un mamarracho, ni una sofisticación de un precio inalcanzable.

Mientras sigamos así, no nos quejemos después de que los extranjeros sigan creyendo que los 25 millones de peruanos vivimos en Macchu Picchu.

No he vuelto a ver un polo de Piura, pero no saben cómo lo extraño.

miércoles, mayo 11, 2005

Cuando me convertí en cuello de botella

Caminando la tarde de ayer por la avenida Grau de Piura, en la esquina que ésta forma con la calle Cuzco, tuve la ‘fortuna’ de encontrarme con un viejo amigo de la secundaria y, como cualquier hijo de vecino, tuve la ‘peregrina’ idea de detenerme para intercambiar novedades con él. Digo peregrina porque no me percaté de que él y yo convertimos ese tramo de ‘la Grau’ en un endemoniado cuello de botella para el resto de transeúntes.

Los piuranos mudos, urgidos por la necesidad de llegar al destino, se vieron inmediatamente forzados a descender al asfalto para continuar su marcha, exponiendo su vida al aún más irrespetuoso volante de los ticos, nuestros nuevos ‘piajenos’, esos que inundan la ciudad con sus bocinas y tiñen de un amarillo chillón la tradicional avenida Grau.

Para colmo de males, se nos unieron después, un par de amigos más y, con ellos, con las conversaciones interrumpidas, con los tradicionales ambulantes y con los infaltables limosneros –que nos tomaron por asalto–, nos convertimos en un repudiable estorbo peatonal.

En otra ciudad, eso hubiera originado protestas recalcitrantes y llamadas de atención, pero en Piura, fuimos acogidos con un mítico silencio y un empujoncito solapado que, de vez en cuando, dejaba traslucir lo repudiable de nuestra conducta.

Con perspectiva temporal, me pregunto ahora si la responsabilidad era toda nuestra o también de nuestras autoridades, que no piensan en hacer veredas más anchas para que los transeúntes podamos dar vida a las calles, en lugar de poner en riesgo otras.
Con “suerte”, a esa misma hora y en ese mismo instante, en otros puntos de ‘la Grau’, se formarían hasta tres cuellos de botella importantes, enmarcados por el amarillo chillón, la marcha muda del resto y el empujoncito periódico que no cesa.